Ante la energía que TLAZOLTEOTL hacía crecer en POPOCATEPETL por IZTACCIHUATL, éste caía derrotado. Era imposible amarla y más, llegar a casarse con ella.
Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
La única exigencia de Inesiña había sido
casarse en el santuario; era devota de aquella Virgen y usaba siempre el escapulario del Plomo, de franela blanca y seda azul.
Emilia Pardo Bazán
Los hombres que no pueden
casarse, y que tienen la nobleza de reconocerlo y de proclamarlo, no deben hablar de adoración a las señoritas honradas.
Pedro Antonio de Alarcón
Joseíto cuando se enfurecía era un mulo de tahona; Joseíto la creía, sin duda, capaz de aceptar, estando como estaba para casarse con él, regalos de otro hombre y regalos de aquel calibre, y al pensar esto sintió la muchacha que se le estremecía el corazón y se lo humedecían los ojos.
Porque ha de saber usted que el abogado que me asesoraba, herido en su orgullo, de resultas de haberlo desdeñado la chica, o deseoso de aumentar nuestra desgracia a fin de rendir la voluntad de Angustias y obligarla a
casarse con él..., me envió anteanoche la cuenta de sus honorarios, al mismo tiempo que la fatal noticia...
Pedro Antonio de Alarcón
Su esposa, mi madre, con quien se casó cuando ella tenía quince años, era una señorita Croissart, hija mayor del banquero Croissart, cuya mujer, que sólo contaba con dieciséis años al casarse, era hija de Víctor Moissart.
Acabo de procurarles una madre, y ustedes pueden elegir a la que les guste de las tías. Pero los jóvenes replicaron que preferían pronunciar un discurso y brindar por la fraternidad.
Casarse no les venía en gana.
Hans Christian Andersen
-¿
Casarse? ¡Jo, jo! -decía con una risa honda y singular. El invierno se había adelantado; helaba intensamente. En la calle arreciaba la tempestad de nieve, y los que podían hacerlo se quedaban en casa.
Hans Christian Andersen
i No me diga! ¿Antes de
casarse -Ladra la otra, hecha la sorprendida y como gozosa. - Sí, la muy tonta se dejó engañar y después ya la andaba abandonando, así nada más.
Antonio Domínguez Hidalgo
Por esta razón, o este cruel de las narices azote asesina, o de admirarte cesa de por qué huyen. 70 Con ninguno ella, dice la mujer mía, casarse preferiría que conmigo, no si Júpiter mismo se lo pida.
Cuando, Gabriela, su amiga íntima, la miró en tal estado, no tuvo más remedio que tratar de desengañarla y le hizo una cruel confesión: -Blanca, Ricardo se fue porque sus padres le obligaron a casarse con otra.