Y, sigún me contó a mí mi pairino, el señor Toño el Clavija, al que ustés conocerán porque es más conocío que la ruá y tiée un puesto de berza pela por medio con el de Antoñico el Cerrojazo, que tamién se las trae, poique ese Cerrojazo fue el que mató a Toñico el Cardenales en la calle de la Armona, que ustés oirían contar la faena poique la cosa dio mucho ruío y con razón, poique el Cardenales la pintaba de retaco sin seguro y además le había dao mucho cartel el haberle quitao como le quitó a un tal don Curro la jembra que tenía...
Y todos en la mirada vidriosa lucen la hipnosis de una programación encartelada de sueños tontos: Un vestido como aquél; pantalones como ésos; un perfume como el mío, un cigarro como el de él, una casa como la suya; una hembra como la del
cartel; un macho como el de los calzones mini y una oración inescuchable, pero que se oye: Ayúdame.
Antonio Domínguez Hidalgo
SUNTO CONCLUIDO El 2S de Septiembre de 1814 alzóse en la ciudad de La Paz un poste, colgado del cual se balanceaba un cadáver sobre cuya frente, y á guisa de Inri, habían puesto un cartel con estas palabras: Asunto concluido.
El 8 de Junio, día en que se celebraba la octava de Corpus, se retire el
cartel de excomunión, y el Provisor declaró absuelta e incorporada al seno de la Iglesia á la aristocrática dama que no tuvo pepita en la lengua para llamar zambo, y borrico, y majadero, a todo un ministro del altar.
Ricardo Palma
Y a querer también, hubiera podido vengarse Rosario de su marido, que como dueña y señora que era de su cuerpo gentil y lleno de tentadoras arrogancias, de ojos oscuros, grandes y acariciadores; de pelo rubio y abundantísimo, de tez ligeramente atezada y, además, de una cara llena de ángel y de rocío, de una voz grata y rítmica, fueron muchos y de los de más cartel los mozos del barrio que habíanse dedicado a cimbelearla sin lograr elevar sus pendones en la inexpugnable fortaleza.
Tú suponte que yo, Paco el Piri, un gachó que ni debe ni teme, con veinticuatro años no cumplíos entoavía, con un corazón más grande que un bocoy; un mozo que se ha criao en los mejores pañales, que tiée una barbería a la que no hay hombre de cartel en to el barrio, que no vaya a soltar er pelo y a que le enjabonen los carrillos; un hombre por el cual, y no es alabancia, subirían descalzas las mejores mozas del distrito a la mismísima cresta del Calvario; el hijo de mi mare, en fin, acaba de sufrir un sofión de Pepa la Golondrina, que le ha puesto encarná jasta la punta del pelo.
Vasco Godines, que era el azuzador de los celos de Robles, se presentó un día en Potosí y clavó en la puerta de Meneses un cartel en que don Martín exigía que, si don Pablo no que- ría batirse en duelo, declarase en presencia de Pedro Portu- gal, de Hernando Panlagua y de otros caballeros, que él no era hombre para haber requerido de amores á doña Juana de los Ríos; porque si lo hiciera, ella era persona tal que le pelara las barbas y diera de chapinazos; y que, para satisfa- cer á Robles, estaba pronto á rendirle la daga que llevaba al cinto.
Un farol colocado sobre la cabeza del martirizado caballero permitía leer el siguiente
cartel: «Aquí estará colgado Besanilla, hasta que venga la insurgente gavilla».
Ricardo Palma
Y una explosión de risa resonó en la taberna de la de los Chícharos celebrando la astucia del Toneles y la derrota del Matita de Poleo, uno de los hombres más bonitos y de más cartel del barrio de la Victoria.
Y estábase el problema sin despejar su incógnita: Colón, que no alardeaba de sabio de cartel, pero que en Dios y en su ánimo e intuición fiaba, en cuanto pudo, echóse del mar a sorprender aquel secreto cósmico, que consistir debía según del haz del agua la curva redondez, en que la tierra era no más que un astro, como los que rodar del cielo por el azul se ven.
El 12 de octubre de 1827, Lavalleja que, volviendo por los fueros de la orientalidad – suprema ley – había desterrado, sin forma de juicio, de la Provincia a los doctores Ferrara y Ocampo, autores del plan a que me referí antes y que puede leerse íntegramente en la “Crónica Política y Literatura de Buenos Aires” de los días 11 y 12 de setiembre del mismo año, se presentó inopinadamente en Canelones a reclamar su puesto de Gobernador legítimo y cerrar la sede la H. Sala, colocando en su puerta el harto merecido cartel de “Casa que se alquila” .
En- tonces contestó al cartel de Robles diciéndole que estaba pron- to á salir al campo y darle la satisfacción que fuese justa y que, si oyéndolo no se daba por satisfecho del supuesto agra- vio, se batirían en camisa, con espada y daga.