Y la morocha lozana de sediciosa
cadera, en cuya humilde pollera, primicias de juventud nos insinuó la inquietud de la loca primavera.
Leopoldo Lugones
Como ya se habían despedido, no se hablaban más; el aire libre la envolvía arremolinando los finos cabellos locuelos de su nuca o agitándole sobre la cadera las cintas del delantal que se enroscaban como gallardetes.
Viste un ornamento de merino azul de cielo, escotado y de manga troncha; áurea soga de filigrana le da tres vueltas en el cuello, le pende por delante y se coge en una
cadera con un prendedor de águila; recógele una redecilla la enorme castaña; cuatro cachumbos le cuelgan a cada lado; luce zarcillos de lámpara griega, y, en el copete, un ramo de flores de mano de varios colores.
Tomás Carrasquilla
La comadre tenía la culpa; la comadre y Dios, que la había hecho tan regraciosa y tan rebonita; si Dios no le hubiera dado unos ojos tan retecharranes y tan renegros, ni una carita de porcelana tan expresiva, ni un pelo tan abundante y tan reluciente, ni un pecho tan dislocador, ni una cintura tan retedislocadora, ni una cadera tan revaliente, ni unos pies tan rechicos, ni un metal de voz tan redulce...
Tenía el torso desnudo, de la forma en que los antiguos representan a las grandes divinidades; su mano derecha, a la altura del pecho, estaba vuelta, con la palma hacia dentro; el pulgar y los dos primeros dedos extendidos, los otros dos ligeramente doblados. La otra mano, junto a la cadera, recogía la ropa que cubría la parte inferior del cuerpo.
A partir de enero de 2015, estas tres patologías de los niños (labio leporino, pie bot, y displasia de cadera) son cubiertas gratuitamente para los que no tengan obra social por el sistema de salud público nacional.
-¿Y qué más quiere que haga, rey?-dijo Meñique, parándose en las puntas de los pies, con la manecita en la
cadera, y mirando a la princesa cara a cara.
José Martí
Son 400 niños, yo tenía un amiguito, cuando era chiquitita en el colegio, pobrecito, que nacen con labio leporino por año – y me refiero a los que no tienen cobertura social – 250 niños y niñas con pie bot y 590 niños y niñas con displasia congénita de cadera que no tenían cobertura social.
Y si el señor Frasquito había llegado a la casi total abdicación de sus ya remotas arrogancias, en cambio Dolorcita estaba que metía miedo de buena moza; los cinco años transcurridos habíanle convertido en arrogantísima matrona de amplísima y redonda cadera, de talle siempre esbelto y de seno de tentadora curvatura; su rostro, antes algo enjuto, habíase redondeado, atersándose su piel blanca como el marfil y fina como el raso; el amor al acariciarla con un ala solamente no había podido ajar su espléndida hermosura.
Ahora, la estancia ha crecido; la marca del mojinete requiere otro marco más lujoso, alguna casa elegante y bien construida, pues ella se luce en la cadera de millares de vacunos.
Las piernas, los costados, la cadera y el más liso que espejo vientre plano parecían, según su industria era, obra de Fidias o más diestra mano.
Los dependientes, con gorro griego, frotaban el escaparate de las tiendas, y unas mujeres con cestos apoyados en la cadera lanzaban a intervalos un grito sonoro en las esquinas de las calles.