Ha reasumido su brutal dictadura. Y me azuza, como si fuese un buey, con su doble aguijón: "¡Arre, pues, borrico! ¡Suda, esclavo!
Sin perjuicio de la azotaina, al que durante tres días no sabía al dedillo la lección lo plantaba en el patio de la casa a la vergüenza pública, adornándole la cabeza con una coroza o cucurucho de cartón donde estaban escritas con letras gordas como celemines estas palabras: «¡Por
borrico!».
Ricardo Palma
Por muerte de don Juan Fermín, recayó el título en su pri- mogénito don Juan Fulgencio que era, en lo físico, un feo con efe de fonda de chinos, y en lo moral un candido de los de som- brero con cuña.— ¿Qué se vende en esta tienda?— Cabezas de borrico, contestó amostazado el mercader.— Si la de usted es la de muestra, no compro, y sigo mi camino.— El cuentecito podría aplicársele al de Torre-hermosa.
Entonces, Abdalá el Susi se incorpora de un salto, se acerca a uno de los pordioseros y de un puñetazo trata de derribarlo del
borrico.
Roberto Arlt
El viejo que recibe el puñetazo de Abdalá no se cae del
borrico, se inclina a un costado, y permanece allí inerte, mientras que el otro trata de escapar, pero es sujetado por los hombres del teniente Levil.
Roberto Arlt
Entonces, Abdalá el Susi le dice al teniente: -Mira. Han atado a un muerto al
borrico. Dentro del pecho del muerto viene oculta la ametralladora.
Roberto Arlt
- Escuche su merced. Ayer mañana hizo ocho días que caímos mi
borrico y yo en poder de unos ladrones. Me maniataron muy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados hasta dar con una plazoleta donde acampaban los bandidos.
Pedro Antonio de Alarcón
Protegido por sus sombras salí a todo escape, y, a la luz de las estrellas, divisé mi
borrico, que comía allí tranquilamente, atado a una encina.
Pedro Antonio de Alarcón
Doña Antonia oyéndose así insultada, tomó de la mano a Rosita y se encaminó a la puerta, diciendo en alta voz: — Vamos, niña, que no está bien que sigamos oyendo las insolencias de este zambo,
borrico y majadero.
Ricardo Palma
Aquel año ejercía el cargo de Juez de paz en Corongos un vecino principal llamado don Macario Remusgo, el cual, á pe- tición del pueblo, levantó sumaria información del suceso, y en vez de terminar declarando, por lo expuesto por los testigos, que la muerte del muchacho era un hecho casual motivado por su travesura, concluyó dictando auto de prisión contra el burro. Pero el condenado borrico se había hecho humo, y no hubo forma de encontrarlo y meterlo en la cárcel.
-¿.Zambo dijiste? ¡Santo Cristo de los temblores! ¿Y también
borrico? ¡Válganme los doce pares de orejas de los doce apóstoles! El Arcediano, crispando los puños, quiso levantarse en persecución de la señora; mas se lo estorbaron el sacristán y el perrero de la Catedral.
Ricardo Palma
¿Yo, zambo? ¿Yo,
borrico? En puridad de verdad lo de
borrico no era para sulfurarse mucho, y bien pudo contestársele con el pareado de un poeta : Hombre, no te atolondres: borricos, como tú, hay hasta en ::Londres.
Ricardo Palma