Las piezas más habituales eran la alcancía, el arcaduz (cada uno de los vasos ó cangilones en que sube el agua que se saca de las norias), el barreño, los bebederos (de dos tipos, para palomas y para gallinas), la botija (más el botijo y el botijón), botellas, cántaros, cazuelas, escurrideras, escupideras, pericos y orinales, jarros, macetas, ollas y pucheros, orzas para conservar la matanza, parrones para miel, requesoneras, saleros, tarros, tazas, tazones y tapaderas e, incluso, pequeños juguetes que el alfarero confeccionaba con sus dedos meñiques.
La poesía es cangilón, es vasija, es vaso; y el poeta es arcaduz que entrega su mirada, su sospecha, sus sueños y quimeras, su saber y entender, su sentir, su deseo de amar.