En Granada, por ejemplo, no hay artísticamente puro nada más que lo
arábigo, y aun debajo de esto suele hallarse la traza del arte romano.
Ángel Ganivet
Excusado es decir que el tío Hormiga no se detuvo ni un instante a pensar en qué moro sería aquél, ni en la índole o prístino objeto de la arruinada construcción; lo único que vio desde luego más claro que el agua fue que con tantas desmoronadas piedras, y con las que él desmoronara, podía hacer allí un hermoso y muy seguro corral para sus ganados; por lo que desde el día siguiente, y como recreo muy propio de quien tan económico era, dedicó las tardes a derribar por sí mismo, y a sus solas, lo que en pie quedaba del vetusto edificio
arábigo.
Pedro Antonio de Alarcón
La verdad es que no había ponderación para su belleza: Carmen se llamaba y era gentil como ese nombre lleno de gracia andaluza, que en latín dice poesía y en arábigo vergel.
Mayormente, cuando ellas se peinan y hacen la partidura con ungüento arábigo, después que juntan sus cabellos y los trenzan en las espaldas, si las ven sus amadores, míranse en ellas como en un espejo; especialmente si los cabellos, siendo muchos y espesos, están sueltos y tendidos por las espaldas.
Entre estos últimos -y henos ya dentro del episodio que nos propusimos referir al coger hoy la pluma-, entre los pueblos que, indiferentes a los adelantos de la civilización, vegetan al pie del colosal y siempre nevado Mulhacén, es y era renombrada en veinte leguas a la redonda, por el carácter indómito de sus moradores, por su
arábigo aspecto, por el estado casi salvaje de las costumbres y por otras particularidades que ya irán surgiendo de nuestra relación, la antiquísima villa de Lapeza, célebre en la guerra de los moriscos, y cuyo arruinado castillejo recuerda aún el nombre de su esforzado gobernador Bernardino de Villalta, digno adversario de los secuaces de Aben-Humeya.
Pedro Antonio de Alarcón
Venía cubierto el rostro con un tafetán carmesí; por las gargantas de los pies, que se descubrían, parecían dos carcajes (que así se llaman las manillas en
arábigo), al parecer de puro oro; y en los brazos, que asimismo por una camisa de cendal delgado se descubrían o traslucían, traía otros carcajes de oro sembrados de muchas perlas; en resolución, en cuanto el traje, ella venía rica y gallardamente aderezada.
Miguel de Cervantes Saavedra
Y así le fue galera aparejada, como otra hendió jamás región marina; y, porque teme que en la mar salada pueda estorbarle su vïaje Alcina, dispone Logistila que a la armada Andrónica acompañe y Sofrosina hasta que al Mar Arábigo o al Golfo de Persia sano y salvo llegue Astolfo.
Con José Lerchundi, Crestomatía arábigo-española ó Colección de fragmentos históricos, geográficos y literarios relativos a España bajo el periodo de la dominación sarracénica: seguida de un vocabulario de todos los terminos contenidos en dichos fragmentos Granada, 1881 (Imprenta de Indalecio Ventura) Con José Lerchundi, Crestomatía arábigo-española: 2ª parte, vocabulario arábigo-español Granada, 1883 (Imp.
Edición facsímil en dos volúmenes Madrid: Ediciones Atlas 1982. El cardenal Ximenez de Cisneros y los manuscritos arábigo-granadinos Granada, 1885 (Imprenta de la Lealtad a cargo de J.
En caso de necesidad de subdividir un inciso, se procedió a identificar los correspondientes apartados con un número arábigo, ubicado correlativamente y seguido de un cierre de paréntesis.
Cuando vuelve, se pasma la muchacha de ver que le contesta algún muftí del Cairo ó algún santón de la Meca con otro letrero escrito en arábigo.
Por contra, los arcos al oeste de la puerta se hallan cerrados por celosías de estilo arábigo construidas en los años 70 por el arquitecto Rafael de La-Hoz Arderius.