Añade los proveedores, finos conocedores del paladar del dueño, que saben muy bien qué sabores le excitan el apetito, qué espectáculos le deleitan, con qué novedad se le puede alejar la desgana, qué es lo que le molesta cuando ya está saciado, qué le place aquel día.
Haciendo a un lado mi desconcierto, sacié mi sed con esa agua turbia que me produjo repulsión al ver que dentro de ella pululaban animalillos asquerosos, pero como no había más líquido que ese… Lo que nada pude hacer fue con el apetito descomunal que me atormentaba; ni una hierba había comestible.
Usted no tiene amor por mí. (Con energía.) Tú sientes el
apetito de la bestia: ¡sácialo, monstruo! El amor no puede residir en tu corazón, ¿o es que hay perfume en el lodo?
Ricardo Flores Magón
A veces aventaba a la cama de sus nietos alguna lechuga o una zanahoria cruda, con el propósito de excitar su apetito creyendo así hacer más refinado su castigo.
Yo, Isabela, desde el punto que te quise, fue con otro amor de aquel que tiene su fin y paradero en el cumplimiento del sensual
apetito; que puesto que tu corporal hermosura me cautivó los sentido; tus infinitas virtudes me aprisionaron el alma de manera que si hermosa te quise, fea te adoro.
Miguel de Cervantes Saavedra
Grifón tal pena a sí mismo se impuso, pues ve el error, pero enmendar no puede; ve cuán vilmente su cuidado puso en dama que su mal procura adrede; y así a la razón vence el mal uso y así el arbitrio al apetito cede: por más que sea fementida e impía, él en buscarla donde esté porfía.
Tirano es aquel príncipe que, siéndolo, quita la comodidad a la paz, y la gloria a la guerra, a sus vasallos las mujeres, y a los hombres las vidas; que obedece al apetito, y no a la razón; que afecta con la crueldad ser aborrecido, y no amado.
El astuto Iván había dejado a la vista lo suficiente para que la procaz princesa ansiara ver más, y mientras ella lo contemplaba con la respiración acelerada y las mejillas ardientes, él sintió que los encantos de tan selecto y delicioso bocado, inspeccionándolo con tal desfachatez, avivaban su apetito carnal hasta un punto casi irresistible.
Superada la teología, se había dedicado con gran ímpetu al estudio de las decretales y así del Maitre de.r Sentences había pasado a Las capitularer de Carlomagno y sucesivamente, en su apetito de saber, había ido devorando decretales tras decretales, las de Teodoro, obispo de Hispalia; las de Bouchard, obispo de Worms; las de Yves, obispo de Chartres y, más tarde, el decreto de Graciano que siguió a las Capitulares de Carlomagno y la compilación de Gregorio IX y así hasta la epístola Super specula de Honorio III.
Después de tres coitos completos, el mujik se retiró del cuerpo de la princesa, con su apetito carnal aplacado por el momento, y permaneció resonante, con lo ojos entrecerrados, a su lado.
Su suerte sería la misma de sus compañeros..., sólo que éstos ignoraban el triste sino, y la víspera de su degollación comerían con el mismo
apetito la ración de salvado, y tragarían las duras nueces, sin protesta.
Emilia Pardo Bazán
Y Clotilde, pensando en aquello, perdía poco a poco el apetito y el sosiego y tenía siempre llena la cabeza de celosas cavilosidades que el señor Cristóbal parecía querer aventar muchas veces, diciendo: -¡No seas asín, mujer, no seas tonta, que estás tonta der to!