El temor, más instintivo que razonado, con que fue al altar de Nuestra Señora del Plomo, se había disipado ante los dulces y paternales razonamientos del
anciano marido, el cual sólo pedía a la tierna esposa un poco de cariño y de calor, los incesantes cuidados que necesita la extrema vejez.
Emilia Pardo Bazán
Si las energías vitales de la muchacha, la flor de su robustez, su intacta provisión de fuerzas debían reanimar a don Fortunato, la decrepitud y el agotamiento de éste se comunicarían a aquélla, transmitidos por la mezcla y cambio de los alientos, recogiendo el
anciano un aura viva, ardiente y pura y absorbiendo la doncella un vaho sepulcral.
Emilia Pardo Bazán
3.º Cuatro comisiones compuestas de cinco individuos cada una, a saber: Comisión de Justicia, Comisión de lo Interior, Comisión de Hacienda y Comisión de Indias. El más anciano, de los que asistan a la Junta, la presidirá hasta la elección de presidente.
-gritó en tono de zumba el anciano, y después continuó con acento irónico-: Ay, comadre de mi corazón, y cómo se conoce que fue una gata morisca aquella por mo de la cual jechó usté el ancla en esta badía.
Era el ama de llaves del
anciano rey de los elfos, estaba emparentada de lejos con la familia real y llevaba en la frente un corazón de ámbar.
Hans Christian Andersen
«Los cabellos blancos son las flores de la vejez», reza el proverbio; y el hombre tenía muchas de aquellas flores. Era un
anciano maestro de escuela.
Hans Christian Andersen
El
anciano duende de allá en Noruega, el que reside en la vieja roca de Dovre y posee cuatro palacios acantilados de feldespato y una mina de oro mucho más rica de lo que creen por ahí, viene con sus dos hijos, que viajan en busca de esposa.
Hans Christian Andersen
El duende es un
anciano nórdico, muy viejo y respetable, pero alegre y campechano. Lo conozco de hace mucho tiempo, desde un día en que brindamos fraternalmente con ocasión de su estancia aquí en busca de mujer.
Hans Christian Andersen
Las hijas, levantándose los velos, se inclinaron hasta el suelo. Entró el
anciano duende de Dovre con su corona de tarugos de hielo duro y de abeto pulido.
Hans Christian Andersen
-¡Será una excelente ama de casa! -dijo el duende
anciano, brindando con la mirada, pues consideraba que ya había bebido bastante.
Hans Christian Andersen
Y centenares de imágenes cruzaban su mente. Así transcurrieron muchos años; el muchacho era ya un
anciano, y estaba sentado con su anciana esposa bajo un árbol en flor.
Hans Christian Andersen
El tiempo era interminable y vacío. El
anciano no tenía lágrimas, ni dolores. Molly se había esfumado de su pensamiento; tenía la impresión de que el mundo y su bullicio ya no le afectaban, como si él no perteneciera ya al mundo y nadie se acordara de su persona.
Hans Christian Andersen