– Si tuviera mi cortafrío (parecía un aprendiz de cerrajero) le saltaría esos ojos blancos como se saca una almendra de su cáscara.
-Muy bien --contestó Steerforth-, y estoy casi seguro de que también te gustaría gastar otro chelín en bizcochos de almendra, ¿eh?
El niño canta en el seno de Anunciación sorprendida. Tres balas de almendra verde tiemblan en su vocecita. Ya San Gabriel en el aire por una escala, subía.
Ocupadas las sillas y el estrado, salió Trebejos, gato remendado, y sacando a la bella Gatiparda, comenzaron los dos una gallarda, como en París pudiera Melisendra; y luego, con dos cáscaras de
almendra atadas en los dedos, resonando el eco dulce y blando, bailaron la chacona Trapillos y Maimona, cogiendo el delantal con las dos manos, si bien murmuración de gatos canos.
Lope de Vega
Era más baja que otra cosa, trigueña, de cabello muy abundante, en ondas; boca fresca, ojos como los que tantas veces alaba el Ramayana, como aquellos tan nobles y tan dulces de Sita, de figura de almendra.
La mazorca ostenta su sedosa cabellera; la uva se endulza, como apercibiéndose a la vendimia; el higo ya gotea miel; la aceituna se ennegrece y se ablanda; la almendra cae de su encierro, perfumada por las olorosas gomas; el melocotón ofrece, tras la aterciopelada pelusilla, sus ricas carnes; el melón y la sandía convidan con su frescor, en tales términos, que bien puede llamarse el campo, en semejante estación, el festín de los festines.
¡Miren, miren a la gatita de Mari-Ramos, que hacía ascos a los ratones y engullía los gusanos! ¡Malhaya la niña de la media
almendra!
Ricardo Palma
Al cabo persuadiose don Alonso, que no era ningún niño de la media
almendra, de que no rendiría la fortaleza si no ponía de su parte ejército auxiliar, y acertó a propiciarse la tercería de una amiga de doña Elvira, «Dádivas quebrantan peñas» o lo que es lo mismo, «no hay cerradura donde es de oro la ganzúa»; y el de Leyva, que tenía empeñada su vanidad en el logro de la conquista, supo portarse con tanto rumbo, que la amiga empezó por sondear el terreno, encareciendo ante doña Elvira las cualidades, gentileza y demás condiciones del mancebo.
Ricardo Palma
Suponemos que esto o cosa parecida sucedería, y que Fortunato no se dejó decir dos veces que le permitían entrar en la gloria, que tal es para todo enamorado una mano de conversación a solas con una chica como un piñón de
almendra.
Ricardo Palma
Keller, `Der Grüne Heinrich', se relata un sueño: `un brioso caballo iba y venía por una hermosa pradera de avena, cada grano de la cual estaba formado por
almendra, uva y una moneda nueva de un penique… todo envuelto en seda roja y atado con un trozo de cerda'.
Sigmund Freud
El celestial humor recién cuajado Que la
almendra guardó, entre verde y seca, En blanca mimbre se lo puso al lado Y un copo, en verdes juncos, de manteca; En breve corcho, pero bien labrado, Un rubio hijo de una encina hueca, Dulcísimo panal, a cuya cera Su néctar vinculó la primavera.
Luis de Góngora
El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomó la cicuta, y del otro melancólico demonillo de Descartes, pequeño como
almendra verde, que, harto de círculos y líneas, salió por los canales para oír cantar a los marineros borrachos.
Federico García Lorca