-Niño, dijo Agatón, ve a buscar a Sócrates y tráenoslo. Y tú, Aristodemos, colócate al lado de Eryximacos. Niño, que le laven los pies para que pueda ocupar su sitio.
-He aquí lo que siempre sucede, dijo Alcibíades. Doquier se encuentre Sócrates, su único sitio está al lado de los jóvenes. Y ahora mismo ved ¡qué pretexto tan fácil y plausible ha encontrado para que Agatón se coloque a su lado!
Nos ha sido dicho por su padre: «Recoged su corazón, volved al lado de los jefes; cumpliréis, después manifestaréis el cumplimiento; traed prontamente en una copa, colocad en el fondo de la copa el corazón».
LA ETERNA MODERNIDAD Cuando los escolásticos, aquellos teólogos y filósofos medievales fundadores de “scholam” (escuelas) al lado de monasterios y castillos, antecedentes de las universidades, esas instituciones producto de la llamada “edad oscura”, allá por el siglo XIII d.
-Dejémosle que repose... -dijo Angustias en voz baja, sentándose
al lado de su madre-. Y supuesto que ahora no puede oírnos, permíteme, mamá, que te advierta una cosa...
Pedro Antonio de Alarcón
No está su morada lejos de Zeus ni existe lugar alguno ni camino donde no gobierne el dios mediante aquéllos, sino que siempre se sientan al lado de Zeus gravisonante.
Bajo la calma del cielo plateado el campo emanaba tónica frescura que traía al alma pensativa, ante la certeza de otro día de seca, melancolías de mejor compensado trabajo. Milk, el padre del cachorro, cruzó a la vez el patio y se sentó al lado de aquél, con perezoso quejido de bienestar.
¡Luego la muerte, y con ella el cambio de dueño, las miserias, las patadas, estaba sobre ellos! Pasaron el resto de la tarde al lado de su patrón, sombríos y alerta.
¿Cómo te las has arreglado para en vez de sentarte al lado de Aristófanes o de algún otro de los que bromean te encuentro al lado del más bello de la compañía?
En los primeros días, naturalmente, había aplazado la limpieza de ollas y platos, que amontonaba uno
al lado de otro en el suelo, para limpiarlos todos juntos.
Horacio Quiroga
Era la hora de acostar a Fernandito, y resignada y desesperada a la vez, fue ella misma, como siempre, a desnudarle y a someterle las sábanas. Quedose luego en vela
al lado de la cama.
Emilia Pardo Bazán
Los corazones soportaron la fatiga cuando cazaron en los caminos, pues grande el ser de Pluvioso, Sembrador, Volcán; se alejaron por la montaña, al lado de las tribus a las que mataban.