Afortunadamente, estoy sobre aviso, y tan luego como me vea próximo a caer en sus redes, echaré a correr, con la pierna rota y todo, y no pararé hasta
Pekín!
Pedro Antonio de Alarcón
En fin, si dejando la mansión de los muertos, el viajero penetra en la ciudad, encuéntrala habitada por un pueblo compuesto de las tres razas primitivas en tan iguales proporciones, que completando el contraste haríanlo vacilar entre Pekín y Congo, si el sello de belleza incomparable que este clima afortunado imprime en la raza caucásica, no le forzara a exclamar: -¡Lima!
iké, la gran aldea china que existiera allá por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín, había sufrido grandes vicisitudes políticas.
Conocía los mejores álbumes; había leído buenos exotistas, adoraba a Loti y a Judith Gautier, y hacía sacrificios por adquirir trabajos legítimos, de Yokohama, de Nagasaki, de Kioto o de Nankín o
Pekín: los cuchillos, las pipas, las máscaras feas y misteriosas como las caras de los sueños hípnicos, los mandarinitos enanos con panzas de cucurbitáceos y ojos circunflejos, los monstruos de grandes bocas de batracio, abiertas y dentadas, y diminutos soldados de Tartaria, con faces foscas.
Rubén Darío
Estando privado de toda ingerencia en ellos el gobierno, debeis tranquilizaros por completo serán prudentes y honestamente administrados; serán administrados por directores de Londres o de Pekín, ha quienes sobra a lo que a nuestros patricios le falta: tino y honradez.
abía en un lejano rincón de China, allí por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín, cierta gran aldea llamada Siké, regida por mandarines, en la cual acaeció la historia que te voy a referir, Rolando, a condición de que la retengas en tu privilegiada memoria –pues la memoria es el principal auxiliar para los que han de gobernar a los pueblos– y tú Rolando, tienes delante de ti grandes expectativas y todas las puertas abiertas, excepto las de la cárcel, que serán para tus víctimas.
Los países de América Latina conjugan un mismo idioma Y un mismo verbo para defender sus derechos. Nixon viaja a Pekín. Fidel Castro viene a Chile.
Mantengo reinos, provincias, Ciudades, villas, aldeas; Yo alimento a toda España, A Francia e Ingalaterra, A Hungría y a Portugal, Alemania y a la Suecia, A
Pekín y a la Turquía, A Sicilia y a Bohemia, A Borgoña y a Bretaña, A Milán, Italia y Armenia.
Anónimo
En Siké, la gran aldea china que existiera como ya te he dicho, allá por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín, había, como sabes, un Gran Consejo, llamado el Pozo Siniestro, alrededor del cual giraban todas las pasiones y todos los apetitos de los abyectos pobladores de Siké.
Ayer descansamos un poco, revisamos documentos, por ahí firmé unas cartas que estaban pendientes, unas designaciones de embajadores, unos recursos del Fondo Chino, el informe de Mercosur, del viaje que hizo Rafael Ramírez con Menéndez a la reunión del Mercosur; la Comisión Mixta a Pekín, que fue muy exitosa también, allí estuvieron Giordani con Rafael y Edmée también estuvo, un equipo; Asdrúbal.
A tal punto estaban invertidas la moral y las buenas formas en la gran aldea china de Siké, allá en los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín.
Entonces pensó en hacerse curar con un sabio famoso, Fan-Sa, hondo sicólogo que habitaba como un eremita en las desoladas ruinas de Siké, la gran aldea china que existiera allá por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín.