Procura estar acompañada de dos o tres amigas; yo iré con otros tantos muchachos de buen humor. ¡Qué demonio, pasaremos juntos la Nochebuena!
rase una vez un estudiante, un estudiante de verdad, que vivía en una buhardilla y nada poseía; y érase también un tendero, un tendero de verdad, que habitaba en la trastienda y era dueño de toda la casa; y en su habitación moraba un duendecillo, al que todos los años, por
Nochebuena, obsequiaba aquél con un tazón de papas y un buen trozo de mantequilla dentro.
Hans Christian Andersen
Sí; en el fondo, aquéllos fueron tiempos dichosos. Pero a continuación les relató la
Nochebuena, cuando lo habían adornado con dulces y velillas.
Hans Christian Andersen
A NARIZ DE CAMELLO Tradición en la que se narra el por qué en la Nochebuena de 1547 no hubo en Trujillo misa de gallo, sino misa de gallinas I Dofia María Lazcano (conocida después con el apodo de la Nariz de camello) era en el año en que la presentamos ni Iector, de lo más granado en la ciudad de Trujillo.
Jamás se le ocurrió ponerle, en
Nochebuena, una buena cucharada de sabrosas papillas, homenaje que todos sus antecesores habían recibido, incluso de mujeres privadas de toda cultura.
Hans Christian Andersen
La costumbre, según doña Ana y según muchos publicistas, constituye lo que llaman derecho consuetudinario y parece que comoi á tal lo acataban las trujillanas, pues ningu- na osaba arrodillarse en aquel sitio tenido como propiedad exclusiva de la ex gobernadora y de su amiga la maríscala, á quien la primera tenía de huésped mientras las cosas políticas cambiaran de rumbo y regresara Alvarado á la capital del virreinato. Llegó la Nochebuena de 1547, y con ella la famosa misa de gallo.
n aquella calle popular, transitada, llena de tiendas y próxima al mercado, la greguería de la
Nochebuena era formidable hasta el amanecer.
Emilia Pardo Bazán
Pero la Providencia hizo que el corregidor de Jauja apresara a tres indios sospechosos, los cuales declararon ser ellos los autores del pasquín atribuido a la Coquerita y del de la
nochebuena de Navidad, y que, en realidad, eran cabecillas de un motín de indios, que por causa que expusieron menudamente no pudo estallar.
Ricardo Palma
l año de gracia de 1855 escribí un artículo titulado La
Nochebuena del poeta, donde dejé estampadas, para lección y escarmiento de otros hijos pródigos, las negras melancolías y hondas inquietudes que cierto presumido vate provinciano (más codicioso de falsas glorias que agradecido y reverente con sus padres) llegó a sentir, en medio de los esplendores de la corte, la vez primera que, al caer sobre el mundo los sagrados velos de esta noche de bendición, viose solo y sin familia, huérfano y desheredado por su voluntad, vagando a la ventura por calles y plazas, como pájaro sin nido, o más bien como perro sin amo...
Pedro Antonio de Alarcón
Era Nochebuena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos, y vocería de chiquillos y adultos cantando la venida del Mesías.
Fue la mía de aquel año una
Nochebuena original. Cuando se sepa cómo la pasé, se comprenderá que tuvo su nota característica. Me encontraba yo en el pueblo de E en plena Andalucía pintoresca, arreglando asuntos de interés, cobranzas y otras cosas que mi padre me había encargado -y no había más remedio sino obedecer-.
Emilia Pardo Bazán
En nuestras aldeas, los mendigos imploran, no ya el bocado de pan, sino la moneda para hacer en su choza los platos obligados de
nochebuena.
Tomás Carrasquilla